domingo, 26 de octubre de 2008

Tres escenas

La tele, queridos, se ha vuelto un mundo muy complejo.  Es el mundo  responsable de  Atínale al precio y de Bailando por un sueño y de los comerciales de Pinol. Es responsable de la segunda temporada de Heroes y la cuarta de House y cualquier capítulo de Gossip Girl.

Pero la Tele... tres canales adelante o atrás de toda esa decadencia, la tele se ha vuelto capaz de una sofisticación sin nombre. La tele es un paisaje minado. Pero a últimas fechas, es un paisaje de Turner. 

Les dejo aquí las tres joyas que la cajita balbuceante me entregó el fin de semana:

1) En Dirty Sexy Money, el abogado de la familia más rica y esquizofrénica de Nueva York se detiene frente a la mamá de los pollitos. Es una mujer hechiza; falsa desde la punta de la nariz hasta la curva de los labios. De cualquier modo es la mamá que el abogado no tuvo. El abogado que es parte de la familia y no. El abogado que es el hijo pobre y postizo de ese mundo de locos. Le entrega a la mujer una noticia seca  y se dispone a irse. La mujer lo detiene.

- I know I´m not your mother. But I tried to be.

- I never asked you to. 

La mujer le da la mano.

- But if you had seen yourself at six. Walking around this house. All alone. So full of need.  

Los ojos de la mujer tiemblan. El abogado la mira como por primera vez. 

- I loved you. I still do. Can't you feel that Nicky? Can't you?

Habla despacio y bajo. El abogado no contesta. La mujer lo mira con avidéz, vulnerable y limpia. Se deja caer en sus brazos, con una mezcla extraña de inermidad  y control absoluto. Le acaricia el pelo como a un niño. El abogado se deja abrazar y se deja abrazar hasta que abraza también. 

Frente a una premisa de melodrama tirador, se hace una imagen frágil y desgarradora. 

2. En Skins, la serie de pubertos inglesa que ha recogido todos los premios que hay que recoger, Cassie se recarga sobre un barandal.  Usa calcetines verdes hasta la rodilla, un vestido blanco y unos zapatitos rojos. Tiene el cuerpo de una niña de cinco años, flaca y larga como un palillo. Absolutamente delicada. El pelo amarillo y desordenado de una inglesa que sabe serlo.

Está enamorada del niño más menso y chimple del planeta. Desde la escalera del segundo piso, lo mira pasar por el pasillo de abajo. Entrelaza sus manos y las pone sobre el barandal. Recarga su preciosa carita en ellas. Los ojos vivos y las mejillas transparentes: mira al baboso que le quita el sueño caminar bajo sus pies. 

- Look up if you like me - suplica en voz baja. 

El baboso sigue caminando.

- Look up if you  like me. Look up. Look...

El baboso pasa de largo. 

Cassie cierra los ojos y vuelve a abrirlos, inmensos. Pisa uno de sus pies con el otro y acuesta su cara sobre el barandal. 

Se acabó. 

3. En In Treatment, Rodrigo García  (genio) rompe todas las reglas y nos da en diálogos las imágenes más puras que han pasado por una pantalla. 

Un psicólogo (que en las manos de Gabriel Byrnes es EL psicólogo)  está tratando de explicarle a su paciente que no está enamorada de él. Ella lo está. Y él de ella, por supuesto. De cualquier modo él está racionalizando. Y empieza por decirle que  ella sólo cree que está enamorada de él porque  representa todo lo que su novio no es. 

Ella lo mira con toda la condescendencia que debería estar reservada para el psicólogo. Él no se inmuta.  Le recuerda una historia larguísima que ella le había contado sobre un hombre que conoció cuando tenía quince años. Pasó un verano con él y quería que la adoptara.

- Your father was controlling, needy. And you met a man who was independent, intelligent. He was the opposite of  your father and so you were drawn to him. Perhaps it is the same way with me. You see in me everything Andrew is not and so you think you love me.

Ella lo mira sin parpadear. Sus labios empiezan a partirse en una sonrisa cínica, pero se detienen. 

- The difference is: I wanted him to adopt me. I want you to fuck me. 

Ella lo dice como quien declara un hecho. No hay un ápice de coquetería, ni de arrogancia. Todas sus perfectísimas facciones están puestas en decir la verdad y esperar un milagro.  Él la mira como si fuera a concedérselo. Ninguno cede. El aire está cargado. Es la escena de sexo más efectiva del mundo. El viejo, precioso, perdiendo el estilo sin perderlo. Y ella, puesta en él, ganándole un pleito que debería estar perdido. 

Yo que soy gerontofílica y Rodrigo García (genio) que me hace esas cosas.  

Por cierto ¿Qué carajos hacen aquí? Dejen de leer y vean la tele, que hace bien. 




4 comentarios:

Manuel dijo...

Algún día probaré ver una serie completa

Miento, vi in treatment y me gustó, gravada y dos fines de semana de corridito, como maratón

Buena semana

descafeinada dijo...

me encantaría poder estar viendo the tudors que es lo que me quita el sueño últimamente, pero mientras pienso en los vestidos de ana bolena desde mis jeans en la agencia, nada me hace más feliz que encontrarme un post nuevo en el cuatrocientos. i adore u! crazy-short-hair-lady

jorge ivan morales dijo...

De acuerdo. Y aún así, la tele tiene mucho camino qué recorrer para llegar a duplicar la excelencia que fue Six Feet Under (donde rodrgio garcia también colaboró VARIAS veces)... Ahorita creo que lo mejor (aparte de Mad Men) está en la comedia: The Office, 30 Rock y The Big Bang Theory...

Anónimo dijo...

Dirty, Sexy Money... q buena es!!! Esa escena en especial tiene tanto de fondo