viernes, 26 de septiembre de 2008

No hay que darles la confianza

La ciudad hoy decidió no amanecer. En mi cuarto hay la misma cantidad de luz que había a las seis de la mañana y a las dos de la tarde y ahorita. Este clima londinense que nos aqueja debe llamarse calentamiento global. Pero también es probable que el mundo se esté rehusando a despertar.

Hoy he hecho muchas cosas. No muy útiles. Pero muchas: Hablé con mi jefe. Me puse mis plantillas ortopédicas. Me lavé y acondicioné el pelo. Escribí la mitad de un guión corto. Fui a ver una película vergonzosamente mala. Abracé mucho a mi mejor amigo. Me puse crema en las ojeras. Me hice un sandwich mediocre. Deje que mi chofer me diera dos o tres órdenes. Le cosí un hilo a mi suéter más viejo. Hice también algunas otras cosas. Todas el día de hoy. Y todo el tiempo sintiendo que no había bajado los pies de la cama.

Y es que no dan ganas de bajar los pies de la cama. En cuanto las pongo en el suelo, siento un colapso generalizado entre las piernas: me duelen los talones y las rodillas y la cintura. Tengo cólico y gastritis. El oído inflamado, la mandíbula apretada, vértigo y una gripa perpetua. La señal de mi Internet va y viene a placer. Se va la luz en cuanto mi fleco toca la pistola eléctrica. Tengo a mi abu atorada en las costillas. Tengo siete pasadores cuando hace un mes tenía cincuenta. Tengo ocho hombres bajo mi vista periférica y  con los ocho,  no hago uno:  El que no está celoso de un fantasma, está en un bar con una vieja. El que hace años me partió el corazón en cuatro, de repente se presenta con  cara de niña violada y se queja de que yo no lo supe querer  bien y a buena hora. Tengo al niño que dormía como un ángel bajo mis sábanas, y que boté para perseguir al que no me ha contestado el teléfono en una semana. Tengo el que nada más quiere coger, pero siente que hay que inventar expectativas extras. Y tengo al que cumple todas las expectativas, menos la de dejarse coger. Tengo a uno que permitió que la espalda de muñeca más bien lograda del mundo,  se consumiera bajo un tatuaje en el estudio que estaba donde antes era showbiz pizza. Tengo al novio de la infancia que tiene casi treinta años y se va a casar con una mujer que me odia en retrospectiva; al novio de la prepa que llega sin avisar y exige intimidad como si todavía la tuviera; y al novio de la universidad que perdió la mayoría de sus metafóricas canicas y dejó de ser gente como uno. 

El mundo no amanece porque no tiene incentivos. Y todo es culpa de que se le dio la confianza. También se les dio la confianza a mis pies planos, a mi nariz limpia y a la voluntad trabajadora de mis intestinos. Se le dio la confianza a prodigy y a la compañía de luz. Se le dio la confianza  a todos los hombres que se la siguen tomando. Se le dio la confianza al rayito de sol que debe ser la bandera de las niñas entrañables. Y se le dio la confianza a los días, que hoy nos traicionan dejando de correr. 

Hoy el tiempo se quedó en cama. Supongo que hizo bien. Eso nos pasa por darle la confianza. 

martes, 23 de septiembre de 2008

Aplicación

Estoy aplicando a la maestría. Y tienen la desagradable exigencia de que hable de mis planes. Personal Statement, lo llaman. Como si pudiéramos declararnos en una hojita. Total. Aquí va. Se aceptan sugerencias, como siempre. 

Personal Statement

 

It sounds childish and self important to say that I find personal statements haunting. But I do. If you get them wrong they mock you for a long time; and if you get them right, at 24, you are necessarily uninteresting. Still, risking either catastrophe, here goes.

For all the time I spend thinking about it, I know very little with certainty about my future, but one thing I know for sure is that I want screen writing to be my profession. I have great faith in the possibilities of fiction and in film as the best medium to expand those possibilities. I want to be a part of that. Screen writing is the best of two worlds because it allows you to work alone while forcing you to be collaborative. I love the idea of witting something that is meant to come alive, not just in the imagination of an individual but in a film making effort, that involves the input of many people.

 I often hear it takes courage to write something down; it takes courage to put it out there for others to judge it and to make it their own. But I believe when it comes to wrtiting for the screen or stage, the opposite is true. It takes courage to mount a production effort based on a piece of writing. It is brave to put the amount of money, people, time and sheer effort that film making requires, into what one person typed up, generally hunchbacked and deluded. Filming a writer´s screenplay is giving him the ultimate vow of trust. Any amount of formidable things have come from that trust.

It is relatively easy for me to make a quick list of my goals as a writer: I want to live happily through the things I make up; I want my work to change the life (or at least the afternoon plans) of complete strangers; I want to make my excessively brilliant writer parents proud; I want to make fiction that betters our reality. I could go on, but my primary goal is always the same: I want to earn my right to that initial trust. I do not know enough to claim it yet. I´m not sure anyone does. But I can´t think of a better place than this writing program, to start learning it.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Placeres culpables

Ni modo. Hay que asumirse:

El padrino es mi pelíula favorita, pero salí bailando de Mamma Mía! y lloré cuando Meryl Streep cantó con su hija en las piernas.

Emily Dickinson escribe con la brillantez de un alma sofisticada, pero las novias de Hugh Hefner esconden los secretos del universo en la punta de su imbecilidad.

Clarice Lispector me provoca adicciones irredentas, pero leyendo Harry Potter me asusto y me carcajeo en todos los momentos predecibles.

Cuando mi cuñado toca Mozart en su perfectísima flauta me enchina la piel. Pero mi chofer chiflando Cielito lindo me pacifica el desorden. 

La Bohème me derrite hasta que tengo planchado el cuerpo, pero Rent me quita el miedo y me avienta a la calle.

En el D.O. hay un pescado a la sal que podría ser mi última cena, pero la leche endulzada con zucaritas me da las buenas noches como una buena madre.

Armani corta y cose para los dioses, pero mi suéter de Suburbia huele a Vel Rosita como la casa de Abu.

La voz de Nina Simone me comprueba que existe el alma. Pero You´ll always be my baby cantada por David Cook me recuerda que existe el cuerpo.

El intelectual hijo de banqueros que se ríe como si no lo supiera todo envenena las expectativas. Pero a mí me gusta el gordito que sabe de blockbusters y besa como si no tuviera otro destino. 


El horror y la frivolidad siempre hacen falta. Hay que soltarles la culpa a los placeres culpables. Hay que dejarlos reinar.  Hay que asumirse.