miércoles, 12 de noviembre de 2008

El general Iturbide

Estoy cansada. 

Me sacaron las muelas del juicio. Las cuatro. Sólo se inflamó una, de un sólo lado. Lo cual suena bien pero resulta en que en lugar de verme como una chica parejamente cachetona que igual y así es, me veo como De Niro después de la última pelea de raging bull. Como si fuera poco no se puede comer nada que tenga que ser masticado, lo cual significa que hace días que no me como un pan. Es una desgracia. 

Al mismo tiempo tengo que manejar a Puebla mañana para ver si edito la peli de alguien más; y a Morelos el lunes para ver como alguien edita la mía. 

Al mismo tiempo tengo que aplicar a todas las escuelas padres a las que estoy aplicando, para ver si me enseñan a hacer lo que se supone que ya estoy haciendo. Ha resultado un trabajo de tiempo completo este asunto de pedir entrada a las honorables instituciones: hay que hacer ejercicios dramáticos; escribir ensayos sobre lo que la vida depara o debe deparar; pedir la expedición de oficialísimos papeles que te recuerdan que sacaste un seis hace cuatro años; aguantarse la pena de pedirle a un sin número de gente que escriba sobre lo brillante que eres; y sobre todo, sobre todo, adivinarle el pensamiento a quién sabe qué decano y rogarle al destino que su mujer no lo haya dejado la noche anterior a que lea tu guión, ese que se trata de cómo el amor es la pura buena onda. 

Al mismo tiempo tengo que escribir un cortometraje sobre Agustín de Iturbide. Como lo oyen. Agustín I de México será canalizado a mi horrorizante página vacía de screenwriter. Por lo menos eso es lo que pasará en teoría. Un día. 

Hay que inmortalizar a Don Agus, como si le hiciera falta. Y mi problema es simple: Don Agus me cae gordo. Y no por haberse coronado emperador, ni por haber sido miembro del ejército realista, ni por ninguna otra de esas cosas por las que Agus le cae mal a la historia oficial y a las maestras de primaria.  No, no. A mí me cae mal, porque el hombre era un pinche flan. Así.

Háganme el bendito favor: 

Consumó la independencia de un país sin hacer guerra. 

Y se coronó Emperador sin darle golpe de estado a nadie. 

Y cuando lo corrieron dijo - "sí cómo no" - y se embarcó a Italia a los tres días. 

Y cuando lo iban a matar,  los soldados del pelotón rehusaron la orden de fuego y en lugar de tratar de salir corriendo, los regañó por su falta de disciplina militar -"Su comandante les dio una orden, banda.  Mátenme." Así. 

De la carta que le escribió a su esposa dos horas antes de morirse es mejor ni hablar. Su esposa que llevaba cinco meses de embarazo en un barco mugroso. Su esposa que le había aguantado toda la campaña militar y luego la corte y luego el exilio, mientras paría sin cesar a sus ocho hijitos. Todo para que la última carta que le escribe,  palabras más o menos, diga: "Cielo, me matan en dos horas. Crece a nuestros hijos en la religión católica, que es la verdadera. Y te cuidas. Agustín".  Así.

Es de una disciplina y de una eficacia que enferma, el señor. Seguía órdenes como un desvalido y las daba como un jefazo. Se las ingenió toda su vida para quedar bien con dios y con el diablo. Y en la muerte, aguanta con todo los múltiples intentos de satanización que le han  recetado. Nada. Qué por más que en su infame juventud  haya perseguido al ilustre  curita Hidalgo, la firma de la independencia dice Agustín y no Miguel. 

No, no. Es un tipo innegociable, este Agus. Estoy segura de que nunca se quejó de que estaba cansado porque le sacaron las muelas del juicio y tenía tantísimas nimiedades que atender. Con gente así no se puede tratar. 

Estaba hecho de otra cosa, el general Iturbide. Y ahora es mi trabajo (me quejo amargamente, como él jamás) entender de qué cosa. 

Estoy cansada. 

7 comentarios:

Pequeña Capitali$ta dijo...

Jajja ya quiero ver el corto, eres muucho más divertida que cualquier versiónd e la historia e incluso clase de frietsche (halago mayor mayor)

Te adoro

Manuel dijo...

Pues así es la disciplina militar.
Y en el fondo, igual que nosotros, Agus hubiera querido hacer de su vida un papalote
Suerte en Pueblita

badtzo dijo...

Ummm que emperador no?(por cierto, se me antojaron unas principe. jajaja si, amo a la competencia de las emperador.) a mi tambien me cae mal, jojo, solo que es por lo mismo que a tus maestras de primaria. u_u

En fin, wow que increible es tu forma de escribir, tan natural y tan seductora para el lector. Espero que asi sean tus filmes, por cierto o_o donde puedo ver alguno?.

d.mastretta dijo...

Tu cansada y yo te extraño prima... llevame en alguna de tus aventuras cineastas aunque sea por la conversacion, veamos alguna pelicula alun domingo de noviembre, te extraño y te marcaré pronto. un beso enorme

Dan

Catalina Aguilar Mastretta dijo...

Badtzo mil gracias. Si quieres ver mi ultimo corto busca TABACOTLA en you tube.

badtzo dijo...

:O tabacotla (jaja de casualidad significa donde abunda el tabaco?)

o_o ya la vi y umm esta curioso ese corto jejeje me recuerda a las presiones que muchas veces se crea la gente o_ó por querer alcanzar sus sueños y olvida darse tiempo para su vida personal; por cierto muy bonito el lugar :O es una hacienda? o que onda?? u_ú un pueblito?

Eric Uribares dijo...

a mi me gustaría escribir algo sobre Juan María Almonte, hijo de Morelos, que resultó ser una fichita...las del juicio me niego a sacarlas a pesar de que ya me enchuecaron todos los dientes...