viernes, 17 de octubre de 2014

Poca Sabiduría

Me aturde esta gana de saberlo absolutamente todo. Se las podría vender como sofisticación, pero es vil gana de chismerío. Gana de ver a esta mujer delgada de camiseta rosa que está sentada frente a mí en el café y saberle los secretos. Gana de ver al niño de cuatro años que exige huevos revueltos de su mamá y saber qué va a pasarle. Su mamá le dice a su amiga que su hijo no será malo como el hombre del que hablan. No sé si el hombre del que hablan es el de ella o el de la amiga. No sé si el niño de cuatro años se convertirá en un hombre del que dos amigas hablen mal. ¿Quedará mal con su madre? ¿Se enterará de que ella le tenía mejores esperanzas? Nunca voy a saber. No voy a saber nada. Este mesero que lleva los pelos parados en la frente, como esos niños de grupos corografiados de los noventas ¿Creerá que se ve bien? ¿Tendrá una novia o un novio o una abuela que le dice que se ve bien? ¿Se verá peor con el pelo largo hasta las rodillas? ¿O corto como militar? ¿Habrá tratado todo hasta llegar a este copete que una completa desconocida le está criticando? ¿Cuánto esfuerzo hay detrás de ese copete? Qué maldita curiosidad de saber.
Yo antes sabía más pero hay mucho ruido en el mundo. Me ataca Facebook con consejos sobre cómo ser una mamá más efectiva  de unos niños que no tengo, o con información sobre cuáles eran las carreras de los niños de Harry Potter antes de salir en Harry Potter. Los niños de Harry Potter tienen cinco o más años menos que yo ¿Sabrán más? Seguro que sí.
En otra ventana adolescentes reaccionan al primer Nintento: lo que más los ofende es que sea beige. Ninguno se da cuenta de que hay que empujar el cartucho del juego hacia abajo después de insetarlo para que agarre. Yo sí sé eso. Y sé más cosas inútiles porque Facebook me ataca con ellas. Pero estos adolescentes que reaccionan al Nintendo no parecen saber nada y yo quiero saberlo todo de ellos. ¿Qué ira a pasarles? ¿Qué irán a ver que yo me pierda?
Este viejo que abraza a una mujer de cuarenta años ¿es su papá? Nunca se sabe ¡porque no sabe nada! ¿Será su hija, su novia, su empleada? No hay mucha intimidad en el abrazo, pero tampoco hay mucha intimidad entre todos los padres y sus hijas, entre todos los novios y sus novias, y la hay en las amistades entre jefe y empleada, sobre todos cuando tienen edad como para recordarse a un ser querido que no está al alcance. ¿Por qué éstos dos no tendrán a sus seres queridos a su alcance? ¿O serán sus seres queridos? ¿El uno del otro? Qué desastre. No se sabe nada.
Hace mucho que no sé suficiente de mucha gente de la que alguna vez supe todo. Y los extraño todo el tiempo, en un rincón nostálgico con el que se aprende a andar, como un dolor de garganta que no termina de desdoblarse en ronquera pero tampoco se quita. Es difícil hablar de lo que uno ya no sabe, es dificil inventar lo que uno ya no entiende. ¿Y si uno se dedica a inventar? Ésa es la cosa. ¿Es uno un mentiroso? Inventar es una forma de saber. Y yo quiero saber. Quiero saber todo. Es una lata.

5 comentarios:

mcjaramillo dijo...

Yo no sé si es bueno saberlo todo. A medio saber se vive muy bien.

Un abrazo y felicidades por Las horas contigo.

mcjaramillo dijo...

Yo no sé si es bueno saberlo todo. A medio saber se vive muy bien.

Un abrazo y felicidades por Las horas contigo.

Vain¡lla dijo...

Sublime, como siempre.

devilblue696 dijo...

Como a mi también me gusta saberlo todo (chismoso, dice mi madre, cotilla dice mi amigo Juan, "eres una portera" dice Ramiro) es que te he agregado a favoritos, por que con solo éste breve relato me has atrapado.

Jaz dijo...

Creo que "padecemos del mismo mal"

Saludos, acabo de encontrarme con tu blog y me ha gustado mucho.