Es un barbaridad que llevo casi un mes de no dejar nada aquí. Y como no se ve para cuando, les dejo un refrito - refritero - isimísimo. Una carta de amor vieja - viejísima - isimísima.
Es un ejemplo perfecto de la pubertad ilustrada (porque yo era una puberta ilustre, banda, nada más para que lo vayan sabiendo). Noten por favor la falta absoluta de acentos o coherencia gramatical.
Cómo la armábamos de pedo a los 16 ¿verdad? Tan padre...
Tienen permiso de abandonarla en cuanto se les atore el aburrimiento. Pero tiene su encantín y la economía está derrumbada y nos embarga la aridez mental... así que ahí va un balcón de infancia:
Hay gente que paga por amor. Me gustaria estarte pagando para poder reclamarte, para que tuvieras que quererme a fuerza y asi yo te quisiera tambien.
A veces me gusta querete, y entonces odio que no me quieras, siempre quiero quererte y que me quieras.
Me gustan tus labios cuando estan sobre los mios, me gustan tus ojos cerrados y tus manos indecisas. Me gustan tus pestañas cortas y tus pasos tontos.
Me gusta que me gustes y no saber por que.
No quiero y quiero decirte las cosas. Quiero que sepas que te necesito, que te quiero aqui malvestido y mio.
Pero quiero que te vayas cuando yo llegue, quiero que me abraces con la guerra de tu risa y firmes tratados de paz con mis uñas y con mis muñecas, para que me digan que no eres tan buen guerrero, para dejar de tenerte miedo.
Le caes mal a mi pelo, a mi ombligo y a mis pies, les das desconfianza. Mi piel les dice que ella te quiere, pero no les importa. A ellos no les gustan las ansias que les provocas. Ellos no te quieren y si pudieran te odiarían, ellos son amigos de esa nada que me dice que estoy sola cuando estoy contigo.
Te quiero aqui en este instante, para decirte lo importante que eres y para dormir contigo, pero sobre todo para que mañana se te olvide que me interesa conocerte.
Quiero que necesites conocerme para saber quien soy, siento que sabes de más...
Quiero que seas el niño de mis sueños y que nunca te canses de visitarme en las noches. Quiero que seas mi hada, mi duende y mi muerto para llorar que te pierdo o que no existes, para querete siempre porque a lo real le pierdo la ilusion.
Tu tienes la culpa de la angustia que tengo, tu tienes la culpa de mis ganas de llorar, porque no entiendes lo que yo no entiendo y no me lo puedes explicar.
Tu tienes la culpa de que yo sea tan feliz y este tan triste. Tu tienes la culpa de no entender que hay que quererme siempre y bendecir cuando me voy.
Tu tienes la culpa del miedo que me da decirte que te quiero. Tu tienes la culpa de que te quiero y de quererme tu.
Tu tienes la culpa y por eso me gustas, porque eres todo lo que no quiero, te quiero porque no me quieres y no te quiero porque eres lo que siempre he querido.
Te quiero con todo el egoismo que me cabe entre los ojos y pienso que mas te vale quereme a mi manera.
Me gustaría poder querte como yo quiera sin pedir tu opinión, me gustaría que fueras tu como eres, pero otro, cercano y ajeno.
Quiero que me quieras sin democracia y sin compasión. Quiereme con la cabeza y con toda la idiferencia que tengas entre los dedos.
Quiereme como quieras, cuando quieras y mientras puedas. Hasta que no quiera pelear por nada que no seas tu.
Para que te quiera, quiéreme como se te de la gana, con más contradicciones, olvidos y besos de los que seas capaz. Como yo te quiero a ti: sin saber cuánto ni por qué.
2 comentarios:
Me gustaría haber recibido una carta así a los 16. Lo más rico del amor adolescente es que se vive intensamente; es único e irrepetible.
Me pregunto si el amor de viejo será igual, por aquello de que, al igual que cuando se es joven, muchas cosas perdieron la exagerada importancia que les damos entre los 20 y los 60. Quién sabe…
Ay la pubertaaaaaaaaaad.
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