jueves, 7 de octubre de 2010
Todo el mundo escribe un libro
jueves, 22 de julio de 2010
Y tú ¿Quién eres?
Por que tengo suerte y vivo rodeada de gente inteligente que se hace estas preguntas y que a veces vive de responderlas, escucho toda el tiempo teorías y declaraciones, unas más oficiales que otras, sobre quién es cada quien. Vienen a perorar a mi colegio toda clase de escritores y cineastas de éxito; voy a coloquios con mis célebres familiares y escucho a una bola de seres útiles hablar de lo que un escritor debe ser, lo que un artista debe ser, y debe ser, según cada quién va decidiendo y declarando con absoluta (si a veces impuesta) seguridad, puras contradicciones. Un artista debe ser desordenado, desorbitado, consistente, memorioso, útil, simpático. Trabajador o inspirado, misántropo y sufridor, alegre y dispuesto a comerse la vida. Terribles, locos, ordinarios, inconscientes. Los pongo todos juntos y concluyo (brillantemente) que hablan de lo que cualquier persona puede ser para ser cualquier cosa: guionista, paparazzo, ingeniero o albañil. Es claro (supongo que incluso para ellos) que cuando los notables declaran sobre estos asuntos no revelan lo que opinan de su oficio y quienes se dedican a él sino de su propia personalidad, la que tienen o la quisieran adoptar. Por que gran parte de la respuesta al insoportable - ¿Quién eres?- está en nuestra aspiraciones mucho más que en nuestra realidad.
Cada quien es la historia que se cuenta. Ayer en la farmacia un cajero vio mi bolsa y supo decirme en qué tienda la había comprado y que era de hace dos años. "Soy diseñador" - me dijo con una certeza que invalidaba por completo su delantal del CVS y la sentencia que colgaba de su pecho: Hello my name is... I'm here to make you one very satisfied costumer today. Hola, mi nombre es el futuro Christian Dior. Voy a la escuela con un texano menso que porque es escritor y le parece lo correcto, vive diciendo que está loco y que no piensa como los demás. El hombre es el más ordinario ser humano del planeta, no hay nadie más centrado y menos lunático en la superficie del globo. Sin embargo de tanto decirlo quienes no lo conocen han empezado a repetir que el tipo está loco; y si sigue así eventualmente convencerá a sus amigos casuales del hecho, luego a sus seres queridos, por fin a sí mismo. Y será entonces un loco.
Dicen todo el tiempo: sé quien eres. El texano cuando esté loco ¿será quien era o se habrá fingido tan bien por tanto tiempo que su falsedad lo habrá hecho sincero? Te dicen que seas tú mismo, que no finjas para quedar bien, pero ¿que tal que lo que eres es un falso? ¿O un individuo cableado desde el nacimiento para doblarte hacia el lado que convenga para quedar bien con los otros? Y quedando bien eres más tú que en el rincón más obscuro y solitario de tu cama. ¿Cuál es la actitud correcta? ¿Cuál de los dos eres? Alguna vez alguien digno de impresionar ha hecho una broma con una referencia que desconozco. Y yo me he reído como si en efecto tuviera un entendimiento de su obscuro término tan cerca y tan claro que me vino casi en la leche materna. ¿Ser yo misma hubiera sido decir: "perdóname no sé qué es eso"? No. Yo misma es un ser orgulloso que prefiere sonreír y mover la cabeza con coquetería antes que aceptar que no sabe de algo.
¿Qué será bueno querer ser? Será bueno encaminarse a ser ¿quién? ¿Un diseñador o un loco? ¿Qué historia será bueno contarse? Me lo pregunto porque asumo que los veinticinco años tienen todavía pase amarillo a este tipo de reflexiones inconsecuentes. Todas las edades han de tenerlo, porque no va quedando más remedio que adaptar la historia de quién somos un poco al vuelo.
Qué reflexión más molesta y cambiante. Es el lugar más común preguntarte quién eres. Aunque sea inevitable me provoca gran desdén. Desdén que sin duda, porque así es la ironía, ilustra una parte de quien soy.
miércoles, 23 de junio de 2010
Esta es la alineación. Muy.
Voy a interrumpir mi terrible abandono de este espacio con un post de futbol of all things. Mis disculpas para quienes me conocen bien y se dan cuenta de lo esquizofrénico que es mi interés por el deporte (no me interesa nunca nada, pero durante el mundial paro toda actividad para ver partidos entre Singapur y Timbuktú y algunos resultados llegan a hacerme llorar).
Ni modo, en estas fechas y de manera arbitraria me va la vida en el campo y tras la derrota, triste más que indigna, de la selección nacional ayer, la bola de metiches de los que estoy rodeada (bola que incluye un gran sabio futbolero y vario individuo tomado por la fiebre del verano sudafricano que nos hace creer que sabemos) hemos decidido plantear la solución.
Así que Vasco Aguirre y quien quiera oír: ¡Esta es la alineación!
Ustedes perdonen el rudimentario esquema pero hay mucha urgencia de empezar a gritar nuestra (consideramos nosotros) utilísima y vital opinión.
Ochoa en el arco es una decisión de principio que consiste en apostarle a la juventud. Aunque sea para perder, hay que caer con riesgo y juventud.
Luego cinco, tres, dos.
Cinco en la defensa, con Márquez como la voz de la sabiduría; Moreno y Maza como seguros de vida; y Juárez y Salcido con opción a subir por las bandas. Luego Torrado, Barrera y Cuauhtemoc. Los primeros dos para contener y el adorable monumento Cuau para que no corra y piense, que es lo que hace bien. Adelante el Chícharo y Gio que dan velocidad y mareo y buena onda en el frente.
¡Y listo! La juventud y Cuau. Arreglado el mundo. Argentina caerá. ¡A la victoria!