martes, 17 de febrero de 2009

La ficción

Ayer iba a ponerme a llorar y mejor puse una peli. A veces se me atora el mundo entre los dedos y la mejor manera de soltarlo es perderse en las invenciones de algún ser brillante. 

Yo no conozco el placer de la fe compartida. No me enseñaron a Dios en la escuela, no aprendí a verlo en la calle, en mi casa pensarlo fue siempre una herejía.  Es la vida diaria lo que en realidad existe. Existe la rutina, existe el deber, existen mis dientes desnudos de risa, existen la muerte y sus reglas definitivas.

El problema fundamental de esta educación forzada (como toda la educacion religiosa tiende a  ser) es que las opciones coherentes que llegan de tratar de explicar el orden del mundo por sí mismo, son extremadamente limitadas. La más efectiva,  para casos difíciles de desesperanza metafisíca, es la ficción. La ficción como acto creador. La ficción que explica lo que no sabremos nunca. 

Las novelas buenas como evangelios, la tele sofisticada como plegarias de todos los días, el cine siempre como un templo de luces bajas. 

Algo habra de mí en la ficción que venero; algo de la vida diaria que me interesa lidiar; algo parecido a la fe que me alimenta el paso siguiente, agnóstico y terrenal. Algo divino ha de haber en las palabras que me creo, algo que me explica. Algo como  una idea que me dirige la vida.

Es padre inventar, regala la paz de las creencias.  

Es la hora del rezo, chicos: voy a ver El Padrino. 

4 comentarios:

descafeinada dijo...

amiga, me gusta tu religión. ya empezó FICCO, qué vemos? La ficción rocks, pero tú eres mi credo (ja!)

Pequeña Capitali$ta dijo...

jajaja te quiero cada vez más!! yo quiero estar en tu secta!!!

Jaja verdad que Ramit es grande! a mi también me dio risa lo de los lattes

por cierto su fiesta es la mejor de San Valentín de la historia

...y ya deje de cotizarse y dele al Bestiario jiji te quiero

Pequeña Capitali$ta dijo...

Por cierto, murió el post del silogismo del chorizo for ever and ever?

Felipe Cervera dijo...

Amor mio!!!
Teos Cacarus sanctis